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El más grande

11 Domingo May 2014

Posted by ibadomar in Historia, Piratería

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Davis, Jolly Roger, Ogle, Piratas, Roberts

Estoy poco inspirado últimamente y eso sólo puede querer decir una cosa: toca escribir sobre piratas, que hace mucho que no asoman por aquí. Hasta el momento han aparecido en este blog tipos a los que el oficio les venía grande como William Kidd o Stede Bonnet y un pirata con todas las de la ley como era el psicópata Barbanegra. De pasada vimos también al inventor de la bandera pirata, el capitán Wynne y conocimos la Cofradía de los Hermanos de la Costa; pero no hemos visto por ningún lado al prototipo de pirata de película: distinguido, elegante, cortés, fiero cuando hay que pelear, carismático… La verdad es que el tipo no abunda entre los piratas, que eran más bien gente ruda y con poco glamour. Pero hubo alguien que sí se acercó a ese estereotipo: el capitán Barholomew Roberts, Black Bart.

Roberts era oficial en un barco negrero, actividad perfectamente legal y honrada en 1719, cuando su barco fue capturado por el pirata Howel Davis, por lo que Roberts se vio formando parte, a su pesar, de la tripulación de un barco pirata. Poco le duró la pena como veremos, porque apenas seis semanas después el capitán Davis pretendía hacerse pasar por un capitán de la armada inglesa en la isla del Príncipe, en el Golfo de Guinea, y Roberts ya estaba totalmente integrado en la tripulación. Tanto que, cuando los portugueses descubrieron la identidad de Davis y le mataron en una emboscada, los piratas le eligieron a él como nuevo capitán. Roberts aceptó, razonando que puestos a ser pirata era mejor estar entre los que mandaban que entre los que obedecían. Con un nuevo capitán los piratas vengaron la muerte del anterior mediante un ataque combinado por tierra y mar contra el fuerte portugués en Príncipe, que lograron tomar y saquear.

Nuestro hombre tenía unos cuarenta años, era alto y de porte distinguido. Sabemos que era carismático, puesto que su tripulación lo respetaba, valeroso en el combate y con un carácter extrañamente benévolo para su oficio. Cuando capturaba a alguien que se lamentaba de encontrarse unido a unos piratas, solía decirle que nadie había derramado más lágrimas que él al verse entre aquella compañía, pero que tras reflexionar comprendió que era mejor cambiar una paga corta y mucho trabajo a las órdenes de un capitán tiránico por una vida de libertad, placer y poder. La vida corta, pero feliz, decía que era su lema.

Como buen pirata de la época, Roberts tuvo su propia bandera. Más de una en realidad. Es muy conocida una en la que se le representa a él junto a un esqueleto y el consabido motivo del reloj de arena. Aunque sería más conocida otra de la que hablaremos más adelante. Tras elegir nuevo capitán y vengar a Davis los piratas se dirigieron a Brasil, sin ningún éxito hasta que, a punto de abandonar la costa brasileña, dieron con una flota de 42 barcos portugueses. Roberts se las ingenió para capturar al capitán de uno de ellos y obligarle a decir cuál era el barco más rico de todos. Se hizo con él y el botín resultó ser fabuloso. La celebración posterior, que tuvo lugar en Guyana, debió de ser memorable.

Roberts1Roberts tuvo que sufrir la deserción de uno de sus principales hombres, Walter Kennedy, que se fue con el barco mientras él perseguía a una presa en una balandra con 40 tripulantes. A raíz de este hecho decidió obligar a su tripulación a jurar ¡sobre una Biblia! un código de conducta. Hasta qué punto se sintieron los piratas obligados por su juramento se desconoce aunque quizás fueran más religiosos de lo que se pueda creer: en una ocasión los hombres de Roberts capturaron a un clérigo y lejos de maltratarle le ofrecieron el puesto de capellán. El clérigo rehusó, pero escapó sin daño. En cualquier caso el resumen de las leyes piratas de Roberts (o de la parte que se conoce) es el siguiente:

  1. Cada hombre tiene un voto e igual derecho a comida y bebida salvo que sea necesario racionarlas.
  2. Se participará por turno en el abordaje de presas. Quien defraude en un sólo dolar a la compañía será abandonado en una isla desierta. Quien robe a otro además perderá nariz y orejas.
  3. Está prohibido jugar a las cartas o a los dados por dinero
  4. Las luces se apagan a las 8 de la noche. Quien quiera seguir bebiendo más tarde deberá hacerlo en la cubierta superior.
  5. Las armas deberán estar siempre limpias y listas para su uso.
  6. No se permiten niños ni mujeres a bordo. Quien embarque a una mujer disfrazada será condenado a muerte.
  7. Quien abandone su puesto en combate será reo de muerte o abandonado en una isla desierta.
  8. No se permiten peleas a bordo. Las diferencias se solventan en tierra.
  9. No se puede abandonar la piratería hasta haber reunido 1.000 libras, pero si alguien queda mutilado recibirá 800 del fondo común.
  10. El capitán y el cabo de brigadas reciben dos partes del botín, el contramaestre y artillero parte y media y los oficiales parte y cuarto.
  11. Los músicos tendrán descanso el domingo.

Sería tedioso entrar en todos los detalles de las correrías de Roberts, pero es obligado contar sus querellas contra los habitantes de Martinica y Barbados, que hacían que los prisioneros de estas dos islas fueran la excepción en el buen trato que Roberts solía dar a quienes caían en sus manos. Barbados había enviado dos barcos en busca de nuestro hombre y le hicieron pasar tan mal rato que los piratas hubieron de arrojar sus cañones al mar para aligerar su barco y escapar. También el gobernador de Martinica intentó apresar a Roberts y éste, furioso con ambas islas, creó una bandera especial, que le representaba sobre dos calaveras marcadas como ABH y AMH (A Barbados Head y A Martinican Head, es decir una cabeza de Barbados y una cabeza de Martinica). He encontrado algunas fuentes que aseguran que Roberts llegó a apresar por casualidad al gobernador de Martinica y lo hizo ahorcar, pero no he visto tal episodio en la Historia general de los robos y asesinatos de los más famosos piratas, que es nuestra principal fuente sobre sus hazañas, por lo que el episodio parece poco verosímil.Roberts2

La carrera delictiva de Roberts se prolongó durante tres años en los que se calcula que capturó entre 400 y 500 presas, pero su final fue similar al de la mayoría de sus compañeros de profesión. Un comisionado enviado a la caza de piratas, Chaloner Ogle, consiguió darle caza el 10 de febrero de 1722. Quiso la suerte que buena parte de los piratas estuvieran borrachos aquel día, puesto que la víspera habían hecho una presa. No era el caso de Roberts, que sólo bebía té y dirigió el combate con gallardía hasta que una esquirla de un cañonazo le hirió mortalmente en la garganta.

La edad de oro de la piratería americana estaba terminando y se puede decir que moría con él. La Guerra de Sucesión había dado alas a los piratas, pero los perdones reales habían reducido su número. Había llegado el turno de acosar a los que aún subsistían y Roberts era el más notable. Desde luego era un personaje peculiar y sin duda influyó en la imagen romántica del pirata caballeresco y elegante, tan alejado de otros compañeros de oficio, cruales y brutales, como El Olonés, cuya afición por maltratar los desgraciados que se veían en su poder llegó a ser legendaria, pero ésa… ésa es otra historia.

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La bandera más temida

11 Domingo Mar 2012

Posted by ibadomar in Historia, Piratería

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Cabrera, Carlismo, Corsarios, Historia, Jolly Roger, Low, Piratas, Roberts, Siglo XVII, Wynne

No hace mucho que publiqué una entrada sobre los filibusteros de la isla de la Tortuga, a los que todos asociamos con la temible imagen de una bandera negra con una calavera y dos tibias. Es cierto que emplearon ese tipo de bandera, pero hay algunos matices: ni todas las banderas piratas eran iguales ni los piratas han utilizado siempre esa enseña. En realidad, el periodo en el que emplearon la bandera negra como enseña es bastante corto, de unos 25 años, mientras que la piratería es un oficio conocido desde que a alguien se le ocurrió transportar por barco mercancías susceptibles de ser robadas. Para ser más precisos, se dice que fue Emmanuel Wynne el primero que empleó la bandera pirata hacia 1700, mientras que la denominada edad de oro de la piratería se considera que finaliza con la muerte de los últimos grandes capitanes, es decir hacia 1722 (muerte de Roberts) o 1723 (muerte de Edward Low) como muy tarde.

En aquella época el combate naval tenía lugar a una distancia bastante corta entre las naves y la bandera era algo más que un mero indicador de la nacionalidad del buque, puesto que cuando se producía una batalla naval, el barco que arriaba su bandera daba a entender que se rendía. Tan arraigada estaba esta convención que se podía dar el caso de que un buque de guerra enarbolara varias banderas, una en cada mástil, para impedir que una andanada que echara abajo el palo mayor hiciera pensar que el barco se daba por vencido cuando no era así. En un barco pirata de la época no se daban casos de tanto pundonor, sobre todo teniendo en cuenta que se trataría típicamente de una balandra de un único palo, pero el mantener la propia enseña ondeando al viento era un lenguaje comprendido y aceptado por todos los hombres de mar.

Y aquí es donde entra en acción Emmanuel Wynne (o Wynn, que de las dos formas aparece citado). El 18 de julio de 1700 este pirata francés tuvo un enfrentamiento con un buque de guerra inglés, el HMS Poole. Wynne logró escapar de su adversario, que escribió en el diario de a bordo que su rival enarbolaba una bandera negra con dos huesos cruzados, una calavera y un reloj de arena. La insignia descrita debía de ser algo parecido a esto:

No sabemos mucho más de Wynne pero el emblema pirata, que por motivos no muy claros recibiría el nombre de Jolly Roger, quedó descrito por primera vez. La insignia negra de la calavera y las tibias quedó tan asociada a la piratería que la mera posesión de una bandera con este motivo bastaba para ser considerado pirata y condenado a la horca como tal. Teniendo en cuenta que los piratas no eran conocidos por su afición a los formalismos habría que preguntarse por qué se empeñaban en navegar bajo un pabellón, aunque fuera así de heterodoxo. La respuesta tiene mucho que ver con la guerra psicológica y, especialmente, con el tercer elemento de la bandera de Wynne, ese reloj de arena que no suele aparecer en las películas.

La piratería atlántica de la época está muy asociada a la guerra de corso. Pongámonos ahora en la piel de un marino español, por ejemplo, que en algún momento del siglo XVII es interceptado por un barco que enarbola un pabellón corsario inglés u holandés. Si el marino era hombre animoso, y confiaba en su tripulación y en su armamento, podía intentar huir o enfrentarse a su enemigo, sabiendo que si no lograba escapar tendría al final que arriar su bandera y darse por vencido en una acción considerada como bélica. Pero si el barco era pirata la cosa era bien distinta, porque no se atenían a las leyes de la guerra.

Supongamos ahora que el mismo marino ve acercarse un barco y que no puede evitar, o no ve motivo para intentar evitar, que el tal barco se acerque hasta estar a tiro. De pronto el navío desconocido iza la bandera negra y hace un disparo de aviso. ¿Qué hacer? El capitán podía arriar su propia enseña, rindiéndose al pirata, combatir o intentar huir; pero si oponía resistencia o hacía un intento de escapar, corría el riesgo de que el pirata arriara la bandera negra y la sustituyera por una roja que indicaba que en el combate subsiguiente no habría cuartel y los supervivientes de la lucha serían asesinados en caso de que el pirata se alzara con la victoria. El capitán de un barco mercante, cargado de mercancías y no de armas, con una tripulación poco numerosa y mal entrenada para el combate, tenía que ser un hombre muy osado para no dar facilidades al pirata tan pronto como veía ondear la enseña negra, procurando darse prisa para que el adversario no interpretara equivocadamente su tardanza e izara la terrible bandera roja. De esa necesidad de apresurarse procede el reloj de arena de la enseña de Wynne.

Para el pirata, el riesgo de que la posesión de una bandera delatara su oficio en caso de ser interceptado se compensaba con la falta de resistencia de sus presas. Lo mejor para un filibustero era que su víctima se desmoralizara tanto a la vista de la bandera negra que no presentara la menor resistencia. Un combate naval, aunque fuera contra un barco mercante, significaba el riesgo de sufrir a bordo bajas y averías que impidieran una rápida huida en caso de encontrarse con un buque de guerra bien armado y con una tripulación aguerrida y disciplinada. Si eso ocurría, al pirata sólo le cabía el recurso de conseguir huir o pelear hasta la muerte, puesto que en caso de ser apresado le esperaba el patíbulo.

La época dorada de la piratería en América terminó hacia 1725, pero la insignia pirata había adquirido demasiada fama como para morir. La calavera y las tibias, con su aspecto siniestro y temible, han sido la insignia de numerosas unidades militares desde aquella época hasta nuestros días y lo mismo se puede encontrar adornando el emblema de una unidad de caballería del siglo XIX que en la deriva de un moderno avión de caza. Como curiosidad podemos citar un caso español, el del general carlista Cabrera, que adoptó la enseña que vemos debajo.

La bandera de Cabrera está claramente inspirada en la de los piratas. Es más, podría ser perfectamente una bandera pirata puesto que ya hemos dicho que no todas eran iguales y no todas tenían como motivo la calavera y las tibias. La propia bandera de Wynne incorporaba el elemento “no canónico” del reloj de arena y piratas tan célebres como Barbanegra, Roberts o Rackham usaron banderas negras, aunque con imágenes muy diferentes. Pero ésa… ésa es otra historia.

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