Etiquetas
Estoy poco inspirado últimamente y eso sólo puede querer decir una cosa: toca escribir sobre piratas, que hace mucho que no asoman por aquí. Hasta el momento han aparecido en este blog tipos a los que el oficio les venía grande como William Kidd o Stede Bonnet y un pirata con todas las de la ley como era el psicópata Barbanegra. De pasada vimos también al inventor de la bandera pirata, el capitán Wynne y conocimos la Cofradía de los Hermanos de la Costa; pero no hemos visto por ningún lado al prototipo de pirata de película: distinguido, elegante, cortés, fiero cuando hay que pelear, carismático… La verdad es que el tipo no abunda entre los piratas, que eran más bien gente ruda y con poco glamour. Pero hubo alguien que sí se acercó a ese estereotipo: el capitán Barholomew Roberts, Black Bart.
Roberts era oficial en un barco negrero, actividad perfectamente legal y honrada en 1719, cuando su barco fue capturado por el pirata Howel Davis, por lo que Roberts se vio formando parte, a su pesar, de la tripulación de un barco pirata. Poco le duró la pena como veremos, porque apenas seis semanas después el capitán Davis pretendía hacerse pasar por un capitán de la armada inglesa en la isla del Príncipe, en el Golfo de Guinea, y Roberts ya estaba totalmente integrado en la tripulación. Tanto que, cuando los portugueses descubrieron la identidad de Davis y le mataron en una emboscada, los piratas le eligieron a él como nuevo capitán. Roberts aceptó, razonando que puestos a ser pirata era mejor estar entre los que mandaban que entre los que obedecían. Con un nuevo capitán los piratas vengaron la muerte del anterior mediante un ataque combinado por tierra y mar contra el fuerte portugués en Príncipe, que lograron tomar y saquear.
Nuestro hombre tenía unos cuarenta años, era alto y de porte distinguido. Sabemos que era carismático, puesto que su tripulación lo respetaba, valeroso en el combate y con un carácter extrañamente benévolo para su oficio. Cuando capturaba a alguien que se lamentaba de encontrarse unido a unos piratas, solía decirle que nadie había derramado más lágrimas que él al verse entre aquella compañía, pero que tras reflexionar comprendió que era mejor cambiar una paga corta y mucho trabajo a las órdenes de un capitán tiránico por una vida de libertad, placer y poder. La vida corta, pero feliz, decía que era su lema.
Como buen pirata de la época, Roberts tuvo su propia bandera. Más de una en realidad. Es muy conocida una en la que se le representa a él junto a un esqueleto y el consabido motivo del reloj de arena. Aunque sería más conocida otra de la que hablaremos más adelante. Tras elegir nuevo capitán y vengar a Davis los piratas se dirigieron a Brasil, sin ningún éxito hasta que, a punto de abandonar la costa brasileña, dieron con una flota de 42 barcos portugueses. Roberts se las ingenió para capturar al capitán de uno de ellos y obligarle a decir cuál era el barco más rico de todos. Se hizo con él y el botín resultó ser fabuloso. La celebración posterior, que tuvo lugar en Guyana, debió de ser memorable.
Roberts tuvo que sufrir la deserción de uno de sus principales hombres, Walter Kennedy, que se fue con el barco mientras él perseguía a una presa en una balandra con 40 tripulantes. A raíz de este hecho decidió obligar a su tripulación a jurar ¡sobre una Biblia! un código de conducta. Hasta qué punto se sintieron los piratas obligados por su juramento se desconoce aunque quizás fueran más religiosos de lo que se pueda creer: en una ocasión los hombres de Roberts capturaron a un clérigo y lejos de maltratarle le ofrecieron el puesto de capellán. El clérigo rehusó, pero escapó sin daño. En cualquier caso el resumen de las leyes piratas de Roberts (o de la parte que se conoce) es el siguiente:
- Cada hombre tiene un voto e igual derecho a comida y bebida salvo que sea necesario racionarlas.
- Se participará por turno en el abordaje de presas. Quien defraude en un sólo dolar a la compañía será abandonado en una isla desierta. Quien robe a otro además perderá nariz y orejas.
- Está prohibido jugar a las cartas o a los dados por dinero
- Las luces se apagan a las 8 de la noche. Quien quiera seguir bebiendo más tarde deberá hacerlo en la cubierta superior.
- Las armas deberán estar siempre limpias y listas para su uso.
- No se permiten niños ni mujeres a bordo. Quien embarque a una mujer disfrazada será condenado a muerte.
- Quien abandone su puesto en combate será reo de muerte o abandonado en una isla desierta.
- No se permiten peleas a bordo. Las diferencias se solventan en tierra.
- No se puede abandonar la piratería hasta haber reunido 1.000 libras, pero si alguien queda mutilado recibirá 800 del fondo común.
- El capitán y el cabo de brigadas reciben dos partes del botín, el contramaestre y artillero parte y media y los oficiales parte y cuarto.
- Los músicos tendrán descanso el domingo.
Sería tedioso entrar en todos los detalles de las correrías de Roberts, pero es obligado contar sus querellas contra los habitantes de Martinica y Barbados, que hacían que los prisioneros de estas dos islas fueran la excepción en el buen trato que Roberts solía dar a quienes caían en sus manos. Barbados había enviado dos barcos en busca de nuestro hombre y le hicieron pasar tan mal rato que los piratas hubieron de arrojar sus cañones al mar para aligerar su barco y escapar. También el gobernador de Martinica intentó apresar a Roberts y éste, furioso con ambas islas, creó una bandera especial, que le representaba sobre dos calaveras marcadas como ABH y AMH (A Barbados Head y A Martinican Head, es decir una cabeza de Barbados y una cabeza de Martinica). He encontrado algunas fuentes que aseguran que Roberts llegó a apresar por casualidad al gobernador de Martinica y lo hizo ahorcar, pero no he visto tal episodio en la Historia general de los robos y asesinatos de los más famosos piratas, que es nuestra principal fuente sobre sus hazañas, por lo que el episodio parece poco verosímil.
La carrera delictiva de Roberts se prolongó durante tres años en los que se calcula que capturó entre 400 y 500 presas, pero su final fue similar al de la mayoría de sus compañeros de profesión. Un comisionado enviado a la caza de piratas, Chaloner Ogle, consiguió darle caza el 10 de febrero de 1722. Quiso la suerte que buena parte de los piratas estuvieran borrachos aquel día, puesto que la víspera habían hecho una presa. No era el caso de Roberts, que sólo bebía té y dirigió el combate con gallardía hasta que una esquirla de un cañonazo le hirió mortalmente en la garganta.
La edad de oro de la piratería americana estaba terminando y se puede decir que moría con él. La Guerra de Sucesión había dado alas a los piratas, pero los perdones reales habían reducido su número. Había llegado el turno de acosar a los que aún subsistían y Roberts era el más notable. Desde luego era un personaje peculiar y sin duda influyó en la imagen romántica del pirata caballeresco y elegante, tan alejado de otros compañeros de oficio, cruales y brutales, como El Olonés, cuya afición por maltratar los desgraciados que se veían en su poder llegó a ser legendaria, pero ésa… ésa es otra historia.