• Sobre el blog
  • Un año en Los Gelves

Los Gelves

~ Somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos.

Los Gelves

Archivos de etiqueta: Mosquito

Seis Mosquitos sobre Berlín

03 Jueves Sep 2020

Posted by ibadomar in Aviación, Historia

≈ Deja un comentario

Etiquetas

Aviación, Berlín, Goebbels, Goering, Historia, Maqueta, Mosquito, Segunda Guerra Mundial, Siglo XX, Técnica

Desde hace unas semanas he vuelto a una antigua y abandonada afición: el maquetismo. Hacía por lo menos 20 años que no me sentaba a ensamblar una maqueta y he decidido que esta vez aprenderé a hacerlo lo mejor posible. Los primeros pinitos son duros, claro, pero voy aprendiendo de los errores y confío en alcanzar algún día unos resultados presentables. Conociendo cómo soy, está claro que no puedo limitarme a montar un avión sino que tengo que averiguar todo lo posible sobre él. En este caso, el protagonista es un viejo conocido: el De Havilland DH 98, más conocido como Mosquito, avión del que ya hablé en otro artículo. En concreto, este Mosquito:La imagen no es gran cosa pero, caramba, al fin y al cabo es una maqueta hecha por un aficionado que está ganando experiencia. Quien quiera verlo mejor, puede observar la siguiente fotografía en la que aparece el avión real en segundo término:Ahí lo tenemos: el Mosquito B Mk IV con matrícula DZ367, del 105 escuadrón, al que corresponden las iniciales GB. Dentro del escuadrón, a nuestro protagonista se le asignó la letra J.

Del Mosquito sabemos (al menos los que hayan leído el artículo que mencioné antes) que era un avión completamente construido en madera y tremendamente versátil. Todo empezó en 1936 cuando el Ministerio del Aire británico propuso el desarrollo de un bombardero medio propulsado por dos motores, que fuera rápido para estar poco tiempo sobre territorio enemigo, que pudiera servir para reconocimiento, apto para operar de día o de noche y armado con un par de ametralladoras apuntando hacia delante y otro par apuntando hacia atrás.

La idea de De Havilland de no usar metal en la estructura del avión no era tan alocada como pudiera parecer en un primer momento: el metal era un material superior sobre el papel y el primer prototipo de avión hecho enteramente de metal data de finales de 1915; pero un recubrimiento de metal lo suficientemente delgado no era fácil de fabricar y por eso en la década de 1930 la madera se seguía utilizando en abundancia en la industria aeronáutica. Además, De Havilland tenía experiencia en hacer aviones rápidos de madera, como el DH 88 Comet, que no hay que confundir con otro avión llamado De Havilland Comet, el DH 106, que fue el primer reactor de pasajeros en entrar en servicio y al que ya dediqué un artículo. El Comet al que me refiero era un avión de competición diseñado ex-profeso para participar en la carrera MacRobertson, que tuvo lugar en 1934 con salida en Londres y meta en Melbourne. Tres Comets participaron en la carrera, que ganó uno de ellos (otro quedó cuarto y el tercero se vio obligado a abandonar).

El Comet, que vemos en una imagen tomada de Wikipedia, tenía en común con el Mosquito la construcción en madera y el mismo perfil alar. La ventaja del recubrimiento de madera era la ligereza (como he dicho, un recubrimiento de metal muy fino no algo fácil de hacer en los años 30 del siglo pasado) y la limpieza aerodinámica, sin remaches por toda la superficie. Además, una estructura de madera era tan resistente como una de metal con la ventaja de que la madera, a diferencia del aluminio, no se consideraba material estratégico aunque hubiera que importarla. Por último, en caso de guerra sería difícil encontrar nuevos trabajadores expertos en el manejo del metal para la industria aeronáutica, mientras que habría un buen número de ebanistas escasos de encargos. Esta última predicción se cumplió de lleno: buena parte de la fabricación de piezas del Mosquito se contrató en fábricas de muebles.

Como sabemos, el avión fue un éxito. Los primeros ejemplares de reconocimiento fotográfico, desarmados, entraron en servicio en septiembre de 1941. Al avión se le podía añadir un potente armamento de 4 ametralladoras y 4 cañones de 20 mm, y así comenzó a operar como caza nocturno en 1942. A finales de 1943 entró en servicio una versión para la lucha antisubmarina equipada con un cañón de 57 mm. También se usaron Mosquitos para reconocimiento meteorológico y para marcar objetivos a los grandes bombarderos que operaban de noche. Por último, participaron en otras operaciones menos convencionales, como por ejemplo la fuga del físico danés y premio Nobel Niels Bohr, que tras huir de Dinamarca a Suecia fue evacuado hasta Escocia en la bodega de un Mosquito (debió de ser un vuelo incomodísimo, por cierto).

¿Y su misión original? Dijimos que el origen de todo fue la petición de un bombardero rápido y el diseño no defraudó: era tan veloz que la version de bombardeo, como la de reconocimiento, no tenía armamento defensivo. En septiembre de 1942, el Mosquito realizó su primera operación de bombardeo diurno. Objetivo: el cuartel de la Gestapo en Oslo, que fue atacado por 4 aparatos que llevaban dos bombas de mil libras cada uno (unos 450 kilogramos por bomba).

Como operación militar, el resultado fue un desastre. Las bombas alcanzaron 5 edificios cercanos al cuartel, pero no el cuartel en sí, lo que no impidió que la acción se empleara propagandísticamente para presentar al público el nuevo tipo de avión. La siguiente ocasión, sin embargo, sería sonada. Y en ella intervendría el que, tras haberlo construido, es mi Mosquito preferido, el DZ367.

El 30 de Enero de 1943 se cumplía el décimo aniversario de la llegada del partido nazi al poder. Para la ocasión se suponía que Hitler daría un discurso que se transmitiría en directo por la radio. Finalmente no fue Hitler, sino Goering quien pronunció el discurso (al parecer Hitler no se encontraba bien, aunque tengo la sospecha de que no debía de tener ganas de hablar en público sabiendo que en pocas horas se anunciaría que el VI ejército había sido aniquilado en Stalingrado). El 105 escuadrón decidió sumarse a la celebración y aparecer justo cuando se iniciara el discurso, a las once de la mañana.

Hasta entonces nunca se había atacado Berlín a la luz del día porque los aliados no tenían todavía cazas capaces de escoltar a los bombarderos a tanta distancia. Sin embargo el Mosquito no necesitaba escolta. A las once en punto tres de ellos lo demostraron apareciendo sobre la capital en el momento en el que Goering, precisamente Goering, el máximo responsable de la aviación alemana, estaba a punto de iniciar su discurso.

Debió de ser un mal día para trabajar como técnico de sonido: interrumpir de golpe el discurso de un alto jerarca no es una decisión agradable, pero dejar los micrófonos abiertos y que se oigan explosiones y gritos tampoco es buena idea. Finalmente cortaron la emisión y Goering tuvo que dar su alocución con una hora de retraso. Había un segundo discurso programado ese día, que debía pronunciar Goebbels a las cuatro de la tarde. Puntuales a la cita, otros tres Mosquitos, entre ellos el DZ367, repitieron la hazaña y esta vez no hubo interrupción, pero el sonido de fondo debió de valer la pena.

A la vista de todo lo anterior se podría pensar que el proyecto se habría aceptado con entusiasmo desde el momento de su presentación. Pues no. Las reticencias fueron enormes, sobre todo por la carencia de armamento defensivo. La oposición por parte del ministerio fue tal que se llegó a construir un par de prototipos con una torreta falsa, para demostrar que la pérdida de velocidad era de casi 40 millas por hora (unos 60 Km/h). La aceptación sin reservas sólo llegó cuando un prototipo alcanzó las 388 millas por hora (cerca de 625 Km/h). Hubo que repetir la medición porque nadie se lo creía, pero el resultado era real y disipaba cualquier duda: el avión podía escapar de los cazas por pura velocidad.

Poco después, en abril de 1941, se hizo una nueva demostración ante el embajador de Estados Unidos y el máximo responsable de la fuerza aérea americana, general Arnold. Impresionado, Arnold envió un informe a cinco compañías estadounidenses (Beech, Curtiss-Wright, Fairchild, Fleetwings y Hughes) con vistas a producir el avión bajo licencia, pero los prejuicios contra la construcción en madera hicieron que la idea fuera acogida con frialdad. Qué digo frialdad… ¡abierto rechazo! La respuesta de Beech Aircraft fue la siguiente:

Aparentemente, este avión sacrifica utilidad, solidez estructural, facilidad de construcción y características de vuelo a cambio de construirlo con un material inadecuado para la fabricación de aviones eficientes.

No deja de ser gracioso que todas las carencias que se mencionan sean precisamente los puntos fuertes del diseño. Sólo les faltó criticar la falta de versatilidad de la aeronave.

Volviendo a nuestro protagonista, las incursiones del 30 de enero de 1943 no aportaron gran cosa al esfuerzo material de guerra, pero como propaganda no tenían precio. Como muestra, en el canal de Youtube de British Pathé se puede encontrar un noticiario de la época con entrevistas a los aviadores. Su título: ¡Berlín bombardeado a plena luz del día!

En el vídeo, un sargento que participó en la incursión de la tarde se muestra agradablemente sorprendido por la falta de incidentes y reacción enemiga durante todo el vuelo. Mentía. La defensa antiaérea, alerta tras los sucesos de la mañana, consiguió derribar uno de los tres aparatos; precisamente el DZ 367. Los dos tripulantes, Donald F. W. Darling y William Wright resultaron muertos. El avión tenía muchas cualidades, pero no era invulnerable. Valga la maqueta como recuerdo de los sucesos de aquel día en el que se demostró que los jerarcas nazis tampoco lo eran.

Compartir

  • Twitter
  • Facebook
  • Meneame
  • Correo electrónico
  • LinkedIn

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

El espía, el Mosquito y el periódico.

28 Lunes Ene 2013

Posted by ibadomar in Aviación, Historia, Prensa

≈ 2 comentarios

Etiquetas

Espionaje, Göring, Mosquito, Periodismo, Segunda Guerra Mundial, Zigzag

Llevo años oyendo hablar de la crisis de la prensa escrita. Por lo menos tantos como de la crisis del cine español o de la crisis de la industria discográfica. En los tres casos además siempre aparece como penúltimo responsable quien consumía estos productos y ha dejado de hacerlo. El ciudadano ya no compra periódicos ni va al cine ni compra discos, se lamentan los afectados. Y todo, prosiguen, por culpa de internet, ese invento del demonio empleado por sus pérfidos usuarios como un eficiente medio de transmisión de información y no como un mero escaparate del producto tradicional.

Dejaré para otro día el cine y la música para centrarme por esta vez en la prensa. ¿Ha pensado alguien que el problema puede ser de credibilidad? A menudo se argumenta que el lector prefiere una noticia gratis en internet aunque la calidad de la información sea menor y la veracidad dudosa. ¿De veras es así? ¿Y si la calidad de la información de los periódicos tradicionales no fuera tan alta como ellos pregonan? Todos hemos visto casos de “ruedas de prensa” en las que no está permitido hacer preguntas, hemos percibido que determinados periódicos apenas informan de noticias que perjudican a partidos políticos por los que sienten afinidad y hemos leído alguna noticia que nos ha hecho preguntar de dónde ha salido lo que se quiere hacer pasar por información.

Sobre esto último hemos tenido dos casos recientes. Hace poco apareció en prácticamente toda la prensa algo sorprendente: una mujer belga tenía que hacer un trayecto de unos 100 Km. en su coche, pero por un error del GPS condujo hasta Zagreb. A mí la noticia me resultó chocante y sospechosa desde el primer día porque había muchas cosas que no encajaban… pero mejor será que lo explique el bloguero Antonio Rodilla. En este enlace a su blog se puede leer con todo detalle un análisis de la historia y la explicación: el relato era inexacto porque no se trataba de un error del GPS sino de un caso de demencia senil leve. Al parecer nadie se preocupó de verificar en detalle la noticia, que sin ser completamente falsa, fue publicada en una versión sesgada por toda la prensa de España. Bueno, no toda, el diario El País se salvó.

Lástima que precisamente El País picara poco después con la comidilla de los últimos días: la fotografía falsa de Hugo Chávez entubado que el diario dio por verdadera. Esta vez sí se trataba de un error grave y el patinazo dio la vuelta al mundo (a modo de ejemplo véase el comentario del diario argentino Clarín). El País se vio expuesto a críticas más que mordaces en las redes sociales y es probable que muchos lectores lean ahora sus páginas con un escepticismo que hasta hace poco no sentían. La explicación dada por el periódico se puede leer aquí y un análisis muy crítico de tal explicación se encuentra aquí.

Todo esto me sirve como introducción a la historia que de verdad quiero contar hoy, una historia de espías, de sabotaje y de engaño en la que también 426px-Eddie_Chapman_(Agent_ZigZag)la prensa tuvo un curioso papel. La historia de Eddie Chapman, alias Fritz, alias Zigzag.

Chapman había formado parte de una banda de ladrones que se dedicaba a reventar cajas fuertes con la ayuda de explosivos. Atractivo y mujeriego, tampoco le hacía ascos a chantajear a las mujeres que seducía, pero su carrera delictiva terminó en 1939 cuando fue encarcelado en la isla de Jersey, territorio británico pegado a la costa de Francia. Allí le sorprendió el inicio de la guerra, la invasión de Francia por los alemanes y la ocupación de Jersey. Cuando salió de la cárcel, Chapman se ofreció a espiar para los alemanes, aunque tardó tanto en recibir respuesta que tuvo tiempo de ser encarcelado de nuevo (injustamente esta vez, pero su reputación le jugó una mala pasada). Sin embargo fue finalmente reclutado, entrenado como espía con el nombre clave de Fritz y preparado para saltar en paracaídas sobre Gran Bretaña con una importante misión: reunir explosivos y sabotear la fábrica de la empresa aeronáutica De Havilland. Y aquí aparece el segundo protagonista de nuestro relato.

El De Havilland Mosquito era un avión excepcional. Construido íntegramente en madera serviría hasta el final de la guerra como avión de reconocimiento fotográfico, caza nocturno, avión antisubmarino y bombardero rápido. Era tan veloz que las versiones de reconocimiento no iban armadas. En poco tiempo el Mosquito se convirtió en un dolor de cabeza para los alemanes. No era un arma tan determinante como los grandes cuatrimotores de bombardeo, pero hacía honor a su nombre porque resultaba de lo más molesto: aparecía de pronto, atacaba con precisión un objetivo puntual y desaparecía a toda velocidad.Mosquito_600pix

En septiembre de 1942, este avión se hizo célebre al atacar el cuartel de la Gestapo en pleno centro de Oslo. La acción hizo más daño a los vecinos que al mando alemán, pero fue un bofetón a la pretendida superioridad alemana. No es extraño que el Ministro del Aire, Göring, estuviera rabioso. Lo estaría más a finales de enero del 43, cuando una incursión de Mosquitos sobre Berlín atacó el edificio de la radio justo cuando tenía que emitirse un discurso del propio Göring.

Para entonces, Eddie Chapman, el agente Fritz, llevaba un mes en Inglaterra, donde se suponía que estaba usando sus antiguas mañas para reunir explosivos con los que sabotear la fábrica. En realidad Chapman, apenas tocó tierra, se dirigió a la primera granja que encontró, llamó a la policía y se entregó con la intención de emplearse como agente doble. El servicio secreto inglés, tras tomar mil precauciones, acabó por reclutarlo y lo bautizó con el muy apropiado nombre en clave de Zigzag. Controlar a un agente doble tiene muchas ventajas porque puede proporcionar información sobre el enemigo y pasar a la vez información falsa a ese mismo enemigo; pero para ello hace falta que el agente tenga credibilidad. Chapman había llegado para sabotear una fábrica y ahora había que hacer creer a los alemanes que la misión se había cumplido, pero sin causar ningún daño real. La fábrica tenía que parecer dañada desde el aire, para engañar al reconocimiento aéreo, y desde tierra, por si había algún agente más en Londres.

Para ello se escogió la noche del 29 de enero, que estaba prevista como de pocas nubes y con una luna que tardaría en salir. Ideal para contar con un par de horas de oscuridad para los preparativos y dejar luego que los alemanes sobrevolaran la zona. Se dispusieron lonas pintadas bajo la dirección de un prestidigitador para aparentar daños desde el aire y se preparó una escena de devastación. Una fuerte explosión en plena noche, ruidosa pero inofensiva, alertaría a los vecinos y cuando llegara la mañana, una vez que todos hubiesen visto los aparentes daños, se traerían deprisa y corriendo unas pantallas para ocultar la fábrica. Si aparecía un periodista había que decirle que algo sin la menor importancia había ocurrido; la mejor receta para disparar un rumor.

Para rematar la obra sólo faltaba un detalle: un comunicado de prensa aparecido en el periódico inglés que el superior alemán de Chapman solía leer, The Times, diario dirigido en aquel entonces por un caballero llamado Robert Warrington-Ward. El servicio secreto se dirigió a él para pedirle un párrafo corto que mencionara un incidente en la fábrica. Y aquí surgió el problema porque Warrington-Ward poseía la extraña cualidad de la ética y se negó en redondo a publicar una noticia falsa, puesto que el prestigio y la esencia misma del periódico se basaban en publicar únicamente noticias de veracidad contrastada. Con guerra o sin ella.

De nada valieron las insistencias. Lo máximo que se obtuvo de Warrington-Ward fue el consejo de acudir a otros periódicos, como por ejemplo el Daily Express, cuyo director sí se prestó a la farsa. Y aun así la noticia sólo salió en la primera edición, que se enviaba a Lisboa, desde donde la embajada alemana reexpedía los periódicos británicos a Alemania. Si un agente alemán notaba la diferencia entre la primera edición y las demás pensaría que la censura había obligado a retirar de las ediciones posteriores la noticia, que por lo demás era muy vaga (como cabía esperar de algo tan delicado en tiempo de guerra) y sólo hablaba de una explosión que, según se había informado, había provocado escasos daños en una fábrica no determinada. Más que suficiente para el engaño.

Funcionó a las mil maravillas. Tanto que Eddie Chapman pudo volver a territorio alemán sin ser descubierto y aún sería enviado de nuevo a Gran Bretaña con una nueva misión un tiempo después y seguiría trabajando como agente doble hasta el fin de la guerra. Los Mosquitos, por su parte, siguieron volando en acciones tan espectaculares como el ataque a la prisión de Amiens para permitir la huída de partisanos franceses en febrero de 1944 o la destrucción del cuartel general de la Gestapo en Copenhague en marzo de 1945.

La historia es emocionante, sin duda, pero yo me quedo con el momento en el que Warrington-Ward se negó a difundir una información falsa. Al fin y al cabo el texto que publicó el Daily Express era correcto puesto que había habido una explosión (inofensiva) y se había informado (falsamente) de escasos daños. El deber hacia el país y la necesidad de confundir al enemigo en un momento de guerra total parecen exigir una moral más relajada en este tipo de asuntos y aun así la ética profesional de su director impidió que el Times contribuyera al esfuerzo de guerra. Por eso no dejo de preguntarme qué diría Warrington-Ward si en una rueda de prensa un político le respondiera a una pregunta incómoda con un “hoy no toca hablar de eso”.

Compartir

  • Twitter
  • Facebook
  • Meneame
  • Correo electrónico
  • LinkedIn

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

Por iBadomar

Únete a 110 seguidores más

Estadísticas del blog

  • 94.903 visitas

Páginas

  • Sobre el blog
  • Un año en Los Gelves

Archivo de entradas

Etiquetas

Accidente aéreo Alejandro Magno Alemania Alfonso XIII Antigüedad Arqueología Arquitectura Arte Atenas Aviación Batalla Carlos II Cartago Cervantes Cine Comunismo Constantinopla Constitucion Control aéreo Corrupción Corsarios Cruzadas Cultura de seguridad Cultura justa Diocleciano Edad Media Edad Moderna Egipto Esparta España Factores humanos Felipe V Fiscalidad Francia Franquismo Grecia Guerra del Peloponeso Guerra de Marruecos Guerra de Sucesión Guerra Fría Herodoto Hindenburg Historia Hitler ILS Imperio Bizantino Incidente aéreo Inocencio III Isabel I Isabel II Jerjes Jolly Roger Julio César Levasseur Literatura Ludendorff Luis XIV Luis XVIII Messerschmitt Modelo de Reason Modelo SHELL Momentos cruciales Mussolini Napoleón Navegación aérea Periodismo Persia Pintura Piratas Política Prehistoria Primera Guerra Mundial Pétain Radar Reactor Realismo Renacimiento Restauración Revolución Revolución francesa Roma Salamina Segunda Guerra Mundial Seguridad aérea Sicilia Siglo XIX Siglo XVII Siglo XVIII Siglo XX Sila Stalin TCAS Temístocles Tetrarquía Tito Livio Transición Técnica Uberlingen Ucrania URSS

Meta

  • Registrarse
  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.com

Blog de WordPress.com.

Cancelar
loading Cancelar
La entrada no fue enviada. ¡Comprueba tus direcciones de correo electrónico!
Error en la comprobación del correo electrónico. Por favor, vuelve a intentarlo
Lo sentimos, tu blog no puede compartir entradas por correo electrónico.
Privacidad & Cookies: este sitio usa cookies. Al continuar usando este sitio, estás de acuerdo con su uso. Para saber más, incluyendo como controlar las cookies, mira aquí: Política de Cookies.
A %d blogueros les gusta esto: