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Hace unos años se puso muy de moda una imagen de dos angelotes. Se podía encontrar por todas partes para decorar todo tipo de objetos. La imagen en cuestión es la siguiente:
Seguro que todo el mundo la reconoce. Lo que es menos frecuente es que se conozca su procedencia e incluso me he encontrado con personas que se sorprenden al saber que este fragmento forma parte, aunque secundaria, de una obra mucho mayor pintada por Rafael a principios del siglo XVI. Se trata de la Madonna Sixtina que se conserva actualmente en Dresde, ciudad que merece una visita, aunque sólo sea por contemplar este cuadro.
Para empezar habría que aclarar que los dos mozalbetes en cuestión no son realmente ángeles sino putti. En la descripción de obras de arte se suele reservar la palabra ángel para imágenes como la de San Gabriel durante la Anunciación, mientras que los niños alados (a menudo con alas de mariposa) que aparecen de forma ornamental se conocen como putti, erotes o amorcillos. La palabra putti, por cierto, es el plural de la palabra italiana putto, lo que provoca que yo prefiera utilizar amorcillo cuando tengo que hablar de estas figuras en singular. Pero dejémonos de pedanterías y vayamos al núcleo de este artículo, la Madonna Sixtina.
Hermosa pintura, ¿verdad? La imagen la he obtenido, cómo no, de Wikipedia, y merece la pena contemplarla con detalle, en especial los rostros de la Virgen y del Niño… pero ya llegaremos a esto. Primero fijémonos en la imagen en general. Se trata de una Virgen con Niño acompañada de San Sixto y De Santa Bárbara y en ella hay algo peculiar, muy peculiar. Para percibirlo basta con comparar esta obra con otras Vírgenes con Niño de Rafael. En ellas hay comunicación visual entre madre e hijo, pero no es así en el cuadro que nos ocupa, en el que ambos personajes miran al frente. Casi como si se tratara de una obra del románico, aunque en este caso la expresión es hierática mientras que en la obra de Rafael la expresión es… difícil de describir. La mirada del Niño se ha descrito como terrible o llameante, y constituye un misterio que ha ocupado a muchos historiadores del Arte. ¿Qué transmite la pintura de Rafael?
Tradicionalmente se ha creído que la pintura estaba destinada a la tumba del papa Julio II y se interpretaba que San Sixto señala a los espectadores como encomendándolos a la divinidad. Esta interpretación aparece en multitud de fuentes, pero la expresión del Niño no encaja. Si aceptamos esta interpretación tendremos que asumir que Jesús está pensando que preferiría cualquier encargo antes que proteger a quienes tiene enfrente, que más que ternura le inspirarían repelús.
Hay otra interpretación, que encontré en El arte en la Italia del Renacimiento (dirigido por Rolf Toman, Könemann 2005) y que me parece mucho más convincente. Se la debemos al profesor Andreas Prater, que nos recuerda que esta obra estaba colocada en el altar mayor de la iglesia de San Sixto en Piacenza. La figura de San Sixto señala hacia el exterior del cuadro, efectivamente, ¿y qué había justo enfrente del altar mayor en aquella iglesia, como en tantas otras? Allí estaba colgada una gran cruz y en ese caso, nos dice el profesor Prater, el Niño está mirando al instrumento de su futura tortura y muerte y su cara nos transmite una expresión de horror. Misterio resuelto.
¿Es realmente así? Este explicación la leí hace años y me ha costado mucho trabajo encontrar la fuente. Para mi sorpresa, las páginas de Wikipedia en inglés, francés o español no mencionan esta interpretación, aunque sí lo hace la página en alemán (probablemente porque el profesor Prater es alemán y el redactor conoce su obra) y tampoco hay mención en la Web Gallery of Art. De manera que, en cierto sentido, estoy ofreciendo a mis lectores una primicia. Ahora sólo falta que se divulgue.
Yo la he visto 😃 ¿No sabrás tú por qué Dresden ha perdido su «n» en español?
Me temo que no. Misterios de la filología.
Muy curioso. Gracias por compartir estos pellizcos de arte e historia.