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Lo malo del mes de agosto es que, aunque no te tomes vacaciones, no apetece hacer nada. Será por contagio, digo yo, porque he tenido todo el mes para escribir y sólo ahora, casi en septiembre, he encontrado el momento, y además para hablar de viajes y lugares lejanos, como si fuera un turista que regresa de su veraneo.

Pero no, no voy a hablar de un viaje de placer porque el punto de partida de este artículo es una conferencia internacional, durante la cual conocí Las Vegas. Es una ciudad cuando menos poco común y la experiencia de visitarla es… onírica. Como adjetivo para describir una localidad es raro pero es que contar cómo es un paseo por Las Vegas es como explicar un sueño: «Vi una esfinge y una pirámide, y un poco más lejos la Estatua de la Libertad. Tras pasar junto al Arco de Triunfo de París y la torre Eiffel llegué al Palacio Ducal de Venecia, en el que entré atravesando el puente de Rialto. Dentro había un canal en el que una góndola paseaba a una pareja de turistas…».

¡Menuda mezcla! Y sin embargo es una descripción bastante exacta porque en la calle principal de Las Vegas se acumulan los hoteles inspirados en lugares como el antiguo Egipto, Nueva York, París o Venecia. Una idea extraña, ¿verdad? Claro que para quien visite Barcelona y se acerque al Pueblo Español no le parecerá tan rara. O, ya puestos, a escala aún más modesta, es el mismo concepto del parque Europa en Torrejón de Ardoz. El planteamiento es siempre el mismo: reunir reproducciones de edificios de diferentes lugares. Eso sí, la escala y los medios no son iguales. Doy fe.

¿A quién se le ocurriría semejante diseño por primera vez? Aunque no podría jurarlo yo diría que el emperador Adriano tiene bastantes papeletas para ser el padre de la idea. Su reinado abarca el periodo entre los años 117 y 138 y se considera como una etapa tranquila y próspera. Se podría decir que el Imperio llega con él a su apogeo y por tanto que inicia su declive, muy lento por el momento. Buena muestra de ello es que se abandonan las campañas militares de conquista y Roma adopta una política defensiva que simboliza perfectamente el muro de Adriano, una fortificación al norte de la Britania romana para marcar la frontera con las tribus que habitaban una Escocia que Roma no tenía ninguna intención de dominar.

Adriano Adriano (Imagen: Wikipedia)

No todo fue tranquilidad, la segunda guerra judaica es buena muestra de ello, pero en general se puede decir que Adriano comprendió que no se podía defender un territorio tan grande si se estaba en guerra continua, así que buscó consolidar la situación de Roma, por lo que no es de extrañar que este emperador sea conocido más por sus reformas administrativas que por sus hazañas bélicas y que en su época se desarrollara la burocracia más que el ejército.

Como buen administrador, a Adriano le interesaba lo que ocurría en el conjunto de sus dominios y para tener información de primera mano viajó por todo el Imperio; de hecho en una Historia de Roma que leí hace tiempo se le llamaba el primer turista del mundo antiguo. Pasó fuera de Roma más de la mitad de su reinado y, como además fue un hombre interesado por la cultura y amante de las artes, no podía dejar de erigir algún edificio singular. En este caso hablaremos más bien de todo un conjunto arquitectónico, la Villa Adriana, localizada en Tívoli, cerca de Roma.

No es fácil interpretar en la actualidad los restos de la Villa, pero sí sabemos que se basaba en la misma idea que da origen al collage arquitectónico de Las Vegas: construcciones inspiradas en diferentes lugares del Imperio. Aunque no sepamos con certeza qué representaba cada cosa sí hay un lugar perfectamente identificado y que aparece en todos los manuales de Historia del Arte de Roma: el Canopo. Se trata de un estanque que recrea un canal inspirado en la ciudad de Canopo, en la desembocadura del Nilo. Para que la semejanza con el estilo de Las Vegas sea completa las estatuas de alrededor son de tipo griego, lo que da una mezcla que quizás los eruditos de la época mirarían con la misma extrañeza con la que hoy miramos el Arco de Triunfo de cartón piedra de Las Vegas.

CanopoEl Canopo en la Villa Adriana (Imagen: Wikipedia)

Por lo demás, no consta que en la Villa Adriana hubiese casinos ni mesas de juego, así que las similitudes terminan en lo estilístico. El lugar permaneció en pie hasta el fin del Imperio Romano, cuando empezó un deterioro inevitable. En la actualidad se pueden visitar sus ruinas, patrimonio de la humanidad, según la UNESCO, y suponer que quienes iban allí en el siglo II a visitar al emperador volvían describiendo su visita como onírica: «Pasé junto a un estanque que parecía un canal del Nilo, pero rodeado de estatuas griegas y, tras rodear el templo de Serapis, me hallé en un teatro marítimo, pero el mar no era realmente el mar…».