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A la hora de escribir este artículo, en Siria una banda de salvajes se dedica a arrasar sistemáticamente las ruinas de Palmira mientras Occidente, cuya cultura es muy respetuosa con los restos del pasado, contempla tales acciones con consternación. Para hacernos una idea del tesoro cultural que está siendo demolido, veamos una imagen del teatro de Palmira que podemos encontrar en nuestra vieja aliada, Wikipedia.PalmiraBasta la foto para comprender que Palmira no era una ciudad corriente. Sin embargo, creo que podría apostar a que 4 de cada 5 personas que se han horrorizado por su destrucción no habían oído hablar de ella con anterioridad, pese a que Palmira fue capital de un gran imperio, aunque efímero, muy efímero. Su época de gloria apenas dura tres años.

Las desgracias de unos crean la fortuna de otros y si Palmira llegó a figurar entre los protagonistas de un periodo histórico fue por las dificultades del Imperio Romano en la gran crisis del siglo III. Fue una época tan turbulenta y confusa que se conoce también como la Anarquía Militar. Los emperadores se sucedían tras ser aclamados por sus legiones, se combatían entre sí, morían en el campo de batalla o eran asesinados… El Imperio se encontraba en un momento de debilidad propicio para ser atacado por enemigos externos o internos. En algunos casos el ataque exterior era el preludio de la rebelión interior. Y así es como empieza nuestra historia.

En el año 259 Roma tenía frentes abiertos por todas partes. Los godos hacían incursiones en la frontera del Danubio, se había conseguido a duras penas rechazar a los alamanes y los francos, que habían cruzado el Rin, y en el Este el Imperio Persa aprovechaba para atacar a su tradicional enemigo. La situación en el Rin se terminó de deteriorar cuando las legiones locales proclamaron a un militar llamado Póstumo como emperador. Toda la Galia, Britania, y en parte Hispania, se separaron de Roma para formar el llamado Imperio Gálico, que existiría durante 15 años.

Roma tenía difícil reaccionar ante esta secesión porque el emperador Valerio estaba ocupado muy lejos de allí, en el Este, combatiendo a los persas con escaso éxito: fue derrotado en la batalla de Edesa y terminó su vida como prisionero del monarca sasánida Sapor I. Oriente quedaba abierto al poder persa, que pronto tomó Antioquía y Cesarea, pero eso no quiere decir que Roma estuviera derrotada. En medio de tanta confusión encontramos el pequeño reino de Palmira, que debía su prosperidad a ser lugar de paso de las rutas comerciales de la zona, y que formaba parte de la provincia romana de Siria.

Cuando dos gigantes se pelean, los que están entre ellos tienen que tomar decisiones muy difíciles. Odenato, el rey de Palmira, tras un intento frustrado de acercamiento a Sapor I, decidió que sus intereses estaban del lado romano. Se arriesgó a unir su suerte a la de Roma y le fue muy bien: el general romano Calixto había conseguido poner en retirada a los persas, pero fue Odenato el que dio el golpe de gracia al ejército en retirada de Sapor, derrotándolo mientras cruzaba el Éufrates. Galieno, sucesor del prisionero emperador Valerio, encontró en Odenato alguien en quien delegar el gobierno de toda la región. No es que pudiera elegir: la secesión de la Galia era sólo uno de los muchos problemas que afrontaba en Occidente y Galieno debió de alegrarse de encontrar a un hombre en quien se podía confiar.

Porque hay que decir que Odenato era más que digno de confianza. Siguió hostigando con éxito al Imperio Sasánida y gracias a él se podía asegurar que Siria estaba libre de intervenciones persas. Odenato siempre permaneció fiel al emperador, aunque hay dudas de qué habría pasado si hubiera vivido un poco más. En cualquier caso su suerte terminó en el 267 y no por causa del persa, sino de un sobrino suyo que lo asesinó a él y a su hijo mayor. El reino lo heredaría su hijo recién nacido, Valabato, siendo la regencia asumida por la madre del nuevo rey, la segunda esposa de Odenato, Zenobia.

De ella se dice que era hermosa e inteligente. De lo primero no podemos dar fe, porque no hay retratos suyos, pero de lo segundo sí. Zenobia era inteligente y ambiciosa. Palmira se expandió más aún durante su reinado y llegó incluso a dominar todo Egipto. El nuevo emperador romano, Aureliano, tuvo que reconocer al niño Valabato como asociado y darle el título de cónsul, pero Aureliano tenía una fuerte personalidad y sólo estaba ganando tiempo mientras arreglaba otros asuntos en Occidente. Con él se acercaba el final de la época de anarquía y guerras civiles y una de sus acciones fue iniciar, en el año 272, una expedición contra Palmira.

Palmyrene_EmpireMáxima expansión del imperio de Palmira en 271 (Mapa tomado de Wikipedia)

La campaña fue un paseo militar. Zenobia había sido una comandante eficaz mientras se enfrentaba con adversarios de segunda fila, pero contra el potente ejército de Aureliano no tenía nada que hacer. El peor momento para Roma fue el sitio de la propia ciudad de Palmira, que resistió con fiereza, ayudada en esta ocasión por el antiguo rival persa, pero la ciudad cayó en cuanto Zenobia fue capturada por los romanos cuando intentaba escapar del asedio.

Palmira fue respetada por los romanos, pero el perdón fue de corta duración. Mientras Zenobia y su hijo partían hacia Roma como prisioneros, la ciudad se declaró en rebelión contra Roma. Esta vez Aureliano no tuvo compasión: tomó la ciudad y ordenó que fuera arrasada. Corría el año 273.

Al parecer, el depuesto rey Valabato murió en el viaje a Roma. En cuanto a Zenobia se ignora su destino, aunque hay fuentes que dicen que le fue perdonada la vida y residió en Roma hasta su muerte, e incluso que se casó con un senador romano. Podría ser cierto, puesto que al último emperador del Imperio Gálico, Tétrico, también capturado por Aureliano, se le perdonó la vida e incluso recibió un importante cargo público. No hay motivo para pensar que se obrara de forma distinta con Zenobia.

Y ya en nuestros días, lo poco que quedaba de Palmira está siendo destruido por quienes pretenden borrar su memoria. Qué intento tan absurdo, visto que, como demuestra este artículo, el recuerdo de la ciudad y de su gloria permanecen vivos 1.742 años después de que fuera arrasada por primera vez. Quizá las ruinas desaparezcan, pero su imagen sigue viva en fotografías y dibujos y me permito augurar que los edificios destruidos volverán a ser visitados tras su reconstrucción, ya sea real o virtual. ¿Creéis que me he vuelto loco cuando digo que algún día pasearé por las calles de Palmira? Haced click pues, oh escépticos, en este enlace y conoceréis el proyecto Rome Reborn. O si no, daos una vuelta por la Roma del 320 d.C. en el vídeo que os enlazo, demostración de dicho proyecto, y pensad si no se podrá reconstruir virtualmente Palmira como ya se ha hecho con Roma. ¿Hay mayor demostración de estupidez que intentar destruir el pasado en la era de la información?