• Sobre el blog
  • Un año en Los Gelves
  • Diez años en Los Gelves

Los Gelves

~ Somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos.

Los Gelves

Archivos de etiqueta: Maximiano

La lección de Diocleciano

18 domingo Dic 2011

Posted by ibadomar in Historia

≈ 2 comentarios

Etiquetas

Antigüedad, Constantino, Diocleciano, Historia, Maximiano, Roma, Tetrarquía

¿Qué será lo que tiene el poder para enganchar tanto como la más potente de las drogas? Filósofos y poetas podrán insistir en el superior valor de la libertad, el amor o la vida retirada, pero la ambición acaba siempre por imponerse… con algunas excepciones, como la del emperador romano Diocleciano.

El prestigio de Diocleciano como militar le permitió llegar al poder en el año 284, poniendo fin a un periodo conocido como Crisis del siglo III o Anarquía militar. Durante unos 50 años el imperio romano había vivido en una situación caótica en la que las legiones, proclives a la sublevación, nombraban y destituían emperadores a su antojo mientras los enemigos externos se multiplicaban y el propio imperio sufría secesiones que añadían enfrentamientos civiles a las guerras externas. El ascenso al poder de Diocleciano consiguió dar al imperio un periodo de estabilidad que inicio la época conocida como Bajo Imperio Romano.

Diocleciano es una figura que no ha gozado de buena prensa en la historiografía tradicional debido a la larga y enconada persecución contra los cristianos que se desarrolló durante su reinado, aunque parece ser que la mayor responsabilidad no recae sobre nuestro hombre sino sobre su compañero Galerio. Independientemente de su mejor o peor fama, la figura de Diocleciano resalta en los libros de Historia por las profundas reformas que impulsó. No es cuestión de entrar meticulosamente en todos los detalles, pero sí es interesante esbozar algunos de los cambios ocurridos durante su gobierno para comprender la importancia de la labor de este emperador.

Un ejemplo es la nueva división territorial, que aumentaba el número de provincias hasta duplicarlo, pero agrupándolas en doce nuevas entidades a las que se dio el nombre de diócesis. También la defensa de las fronteras fue modificada, sustituyéndose el viejo concepto de guarniciones fijas por una serie de fortificaciones en profundidad y un ejército interior móvil, capaz de acudir rápidamente a donde fuera necesario. Tampoco la economía y la política fiscal escaparon a la labor del monarca, al que ya se puede dar este nombre, tan impopular en la Roma del Alto Imperio, puesto que Diocleciano, comprendiendo que los tiempos habían cambiado tras medio siglo de desprestigio de la figura del emperador, decidió que éste no podía seguir siendo un Princeps (el primero entre iguales). En consecuencia adoptó el título de Dominus, señor, junto con un ceremonial cortesano que le colocaba en un plano de superioridad muy alejado de la falsa sencillez que pretendían aparentar sus predecesores durante el Alto Imperio.

Pero la gran reforma de Diocleciano fue la creación de la Tetrarquía. El imperio era, sencillamente, demasiado extenso para ser controlado por un solo hombre y Diocleciano decidió compartir el poder con su camarada Maximiano. Más adelante, el reparto de poder se amplió con la incorporación de dos nuevos gobernantes: Constancio Cloro y Galerio. Para regular la relación entre los cuatro, Diocleciano decidió que él y Maximiano usarían el título de Augustos, mientras que Galerio y Constancio serían Césares. En el futuro, cuando los augustos se retiraran o murieran, su título sería heredado por los césares, que abandonarían esta denominación para dejársela a los lugartenientes que escogieran, formando una nueva tetrarquía. Los nuevos césares ganarían experiencia de gobierno en su cargo hasta que llegara el momento de suceder a los augustos y buscar a otros dos sucesores. El imperio quedó dividido en cuatro regiones que serían gobernadas por los cuatro tetrarcas, aunque actuarían de forma colegiada y podrían desplazarse a una región que no fuera la propia en caso de necesidad. Diocleciano, como augusto senior se reservaba el papel de hombre fuerte.

(Imagen tomada de Wikipedia; click para ampliar)

En el mapa vemos la división del Imperio y a quién le correspondió cada parte, así como las localidades elegidas como capital de cada una de las cuatro regiones: Nicomedia, Milán, Tréveris y Salónica. Es significativo el hecho de que Roma quedara excluida de la capitalidad: los centros neurálgicos habían sido seleccionados por razones estratégicas de cercanía a la frontera, con lo que la ciudad que daba nombre al imperio quedaba relegada a un segundo plano.

El sistema funcionó bien, pero debía superar aún su prueba de fuego: la sucesión de los augustos. En el año 305 Diocleciano afectado seriamente por una enfermedad y probablemente presionado por Galerio, decidió retirarse. Más aún, logró convencer a Maximiano de que renunciara igualmente. Galerio y Constancio Cloro se convertían así en augustos, pero los problemas surgieron al elegir Galerio, el nuevo hombre fuerte, a dos hombres de su círculo como nuevos césares, frustrando las aspiraciones de dos hombres con prestigio y apoyos: Constantino y Majencio, hijos de Constancio Cloro y Maximiano respectivamente.

Diocleciano pasó a vivir retirado en Spalato (hoy Split, Croacia), donde se entretenía cuidando de su huerto; pero la historia no termina ahí. Apenas un año después, en el 306, moría Constancio Cloro y su ejército aclamaba a su hijo Constantino como emperador. Galerio se vio forzado a aceptar a Constantino como nuevo césar; pero los problemas continuaron porque Majencio se sublevó en Roma al frente de los pretorianos y con el apoyo de la población de la ciudad mientras Maximiano decidía volver de su retiro para apoyar a su hijo. El sistema de gobierno colegiado organizado por Diocleciano se derrumbaba a ojos vista. Los enfrentamientos continuarían pese a la reunión entre los implicados organizada en el 308 para intentar reconducir la situación.

Fue entonces cuando Diocleciano dio su gran lección, a pesar de no asistir a aquella conferencia, ni siquiera como mediador, desoyendo el intento de su viejo camarada Maximiano de hacerle abandonar su retiro para volver a poner orden en el imperio. La respuesta que dio Diocleciano al mensajero de su amigo dice mucho del carácter del anciano ex-emperador: «Dile que si pudiera ver las coles que planté con mis propias manos no me pediría que abandone la paz de este lugar para embarcarme en una lucha por el poder».

Maximiano murió en el año 310 tras ser derrotado por Constantino en Massilia (Marsella), Galerio falleció en el 311 de una horrible enfermedad en la que muchos cristianos vieron un castigo por su persecución, Majencio murió en el 312 durante la batalla del Puente Milvio, en la que fue derrotado por Constantino, que finalmente se alzaría con el poder único y reunificaría el Imperio. Sólo él, de entre todos los actores de esta historia sobrevivió a Diocleciano.

El emperador Diocleciano murió en su retiro de Spalato en el año 313.

.

Compartir

  • Haz clic para compartir en X (Se abre en una ventana nueva) X
  • Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva) Facebook
  • Haz clic para compartir en Meneame (Se abre en una ventana nueva) Meneame
  • Haz clic para enviar un enlace por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva) Correo electrónico
  • Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva) LinkedIn
Me gusta Cargando...

Por iBadomar

Avatar de Desconocido

Únete a otros 111 suscriptores

Estadísticas del blog

  • 123.385 visitas

Páginas

  • Diez años en Los Gelves
  • Sobre el blog
  • Un año en Los Gelves

Archivo de entradas

Etiquetas

Accidente aéreo Alejandro Magno Alemania Antigüedad Arqueología Arquitectura Arte Atenas Aviación Batalla Carlos II Cartago Cervantes Churchill Cine Comet Comunismo Constantinopla Constitucion Control aéreo Corrupción Corsarios Cruzadas Cultura de seguridad Cultura justa Diocleciano Edad Media Edad Moderna Egipto Esparta España Espionaje Factores humanos Felipe V Fiscalidad Francia Franquismo Grecia Guerra del Peloponeso Guerra de Sucesión Guerra Fría Herodoto Hindenburg Historia Hitler ILS Imperio Bizantino Incidente aéreo Inocencio III Isabel I Isabel II Jerjes Jolly Roger Julio César Literatura Ludendorff Luis XIV Luis XVIII McRobertson Messerschmitt Modelo de Reason Modelo SHELL Momentos cruciales Mussolini Napoleón Navegación aérea Periodismo Persia Pintura Piratas Política Prehistoria Primera Guerra Mundial Pétain Radar Reactor Realismo Renacimiento Restauración Revolución Roma Salamina Segunda Guerra Mundial Seguridad aérea Sicilia Siglo XIX Siglo XVII Siglo XVIII Siglo XX Sila Stalin TCAS Temístocles Tetrarquía Tito Livio Transición Técnica Uberlingen Ucrania URSS

Meta

  • Crear cuenta
  • Iniciar sesión
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.com

Crea un blog o una web gratis con WordPress.com.

Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: Política de cookies
  • Suscribirse Suscrito
    • Los Gelves
    • Únete a otros 111 suscriptores
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Inicia sesión.
    • Los Gelves
    • Suscribirse Suscrito
    • Regístrate
    • Iniciar sesión
    • Denunciar este contenido
    • Ver el sitio en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...
 

    %d